Descansa en paz, Ozzy.
 
						
Nacido como John Michael Osbourne el 3 de diciembre de 1948 en Aston, Birmingham, Ozzy creció en una familia obrera, rodeado de cinco hermanos y una realidad dura que lo empujó a buscar refugio en la música. A los 14 años, escuchar “She Loves You” de The Beatles lo inspiró a convertirse en músico. Tras varios trabajos y un breve paso por prisión, formó Black Sabbath en 1969 junto a Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward. Con discos como Paranoid y Master of Reality, no solo rompieron moldes: crearon el heavy metal. Su voz inquietante y su presencia escénica lo convirtieron en un ícono contracultural.
En 1979, fue expulsado de Black Sabbath por sus excesos, pero lejos de apagarse, renació como solista. Su álbum Blizzard of Ozz (1980) lo catapultó con himnos como Crazy Train y Mr. Crowley. A lo largo de los años, lanzó discos legendarios como Diary of a Madman, No More Tears y Ozzmosis. Pero también se convirtió en protagonista de escándalos inolvidables: desde morder la cabeza de un murciélago en pleno concierto hasta ser vetado en ciudades por actos irreverentes. Ozzy no era solo música: era mito, caos y espectáculo.
Detrás del personaje, había un hombre que luchaba contra sus demonios. En 1982, se casó con Sharon Osbourne, quien no solo fue su esposa, sino su mánager, su sostén y su compañera de vida. Juntos tuvieron tres hijos: Aimee, Kelly y Jack. En los 2000, el mundo conoció su lado más humano gracias al reality The Osbournes en MTV, donde vimos a Ozzy como padre, esposo y figura entrañable. Entre risas, caos doméstico y momentos tiernos, descubrimos al hombre detrás del mito, y nos enamoramos aún más de su autenticidad.
En sus últimos años, Ozzy enfrentó duras batallas de salud: Parkinson, cirugías de columna, caídas y complicaciones que lo alejaron de los escenarios. Aun así, en julio de 2025, ofreció su último concierto en Birmingham, su ciudad natal, junto a los miembros originales de Black Sabbath. Sentado en un trono, con temblores visibles pero con el alma intacta, cantó Paranoid como si fuera la primera vez. Fue un adiós conmovedor, un cierre perfecto para una carrera que desafió el tiempo y las reglas.
Este 22 de julio, Ozzy Osbourne falleció a los 76 años, rodeado de su familia y del amor de millones que lo admiraron. Su partida nos deja un vacío inmenso, pero también un legado eterno. Porque Ozzy no fue solo el padrino del metal: fue un sobreviviente, un creador, un alma indomable que convirtió el caos en arte. 🖤 Descansa en paz, Ozzy. Tu voz no se apaga… solo se transforma en eco eterno.
 
                     
                     
                     
                     
                    